martes, 8 de enero de 2013

Chimpancé.

"No se hacer trucos, solo tengo unos cuantos talentos, como todo el mundo". -Vera.

Era un día hermoso, soleado, lleno de infinitas posibilidades; sin embargo para Harriet, una dedicada estudiante de derecho y recepcionista de medio tiempo en una firma de abogados, era un día más de trabajo... un gris y agotador día más de trabajo. Con cada día que pasaba Harriet se llenaba de dudas acerca de su decisión de vida, se preguntaba si realmente era feliz o si fingía serlo; en el fondo, su mayor anhelo era volver a ser niña y no tener que lidiar con las responsabilidades de su actual realidad.  

El trayecto a la firma hoy se hacía más largo y tedioso que nunca, el embotellamiento enfrente parecía infinito y el viejo auto de su padre definitivamente no hacía el viaje más placentero. Mientras los autos de enfrente se movían apenas centímetros, Harriet se quejaba en voz alta de todas las mañas y dificultades que tenía el viejo auto, no pensando nunca que este era el único medio para llegar todos los días al lugar al cual fuera requerida. 

Harriet sacó su tablet y se dispuso a avanzar un poco el trabajo que la aguardaba al llegar a su destino, sin embargo se sintió tentada por un vídeo desplegado en su muro de Facebook. El vídeo había sido posteado por un amigo, este añadió que era parte de un experimento pero que le explicaría después en qué consistía todo. Por un momento la curiosidad de Harriet pudo más que sus ansías laborales y se dispuso a mirar. El vídeo consistía en un chimpancé saltando de un árbol a otro y haciendo bobadas, muy talentoso en este arte por cierto, ya que Harriet cambió por carcajadas todos los problemas filosóficos y agobios de su vida durante 4 minutos con 10 segundos. Sin poder contenerse, tomó su teléfono móvil y marcó a Gabriel, necesitaba saber la razón de este absurdo pero gracioso vídeo. 

Antes de poder tan siquiera formular la pregunta, Gabriel contestaba lo siguiente:
"Durante 4 minutos con 10 segundos, no estuviste viendo a un chimpancé saltando de un árbol a otro y haciendo bobadas, veías a un grupo de abejas trabajando arduamente y a un juguetón chimpancé intentando derribar su colmena; sin embargo, sólo prestaste atención a lo que necesitabas ver en un momento de estrés, al factor relajante, a lo que parecía gracioso, a lo que te haría sentir mejor por un rato..."

P.S Sí, Harriet cargó el vídeo una y otra vez en ese momento, allí pudo notar lo que de verdad ocurría; sin embargo en otro momento de estrés, la historia era la misma.  

El experimento: Cuando te encuentras en una posición de profunda presión, cargado de trabajo y problemas, no buscas más de lo mismo... y aún cuando esas abejas te están ayudando, te cae más en gracia el chimpancé juguetón, quizás porque quisieras ser él, quizás porque sin duda relaja un poco el ambiente de tensión, quizás porque simplemente te recuerda quién eras una vez, antes de tener todas las responsabilidades que hoy tienes. 

Que si es una actitud errónea ¿?, pues no veo el por qué, aunque se me haga difícil admitir. La situación es realmente injusta cuando eres la abeja, dando todo de si para pasar desapercibida ante unas cuantas bobadas. No es que la abeja quiera reconocimiento, la verdad trabajaría con o sin él, pero quizás le haga falta un poco más de consideración, ser tomada en cuenta. 

Pero mientras, quizás en este espacio es un poco utópico el deseo de la abeja, ojalá que no deje de ser quien es. 


Comentarios:

- Las comparaciones realizadas no pretenden denigrar a los adorables chimpancés, simplemente son el animalito más gracioso que cruzó por mi mente en el momento, pudo ser cualquiera. 

- ¡Gracias por tomarte tu tiempo y leer!. 

- Un abrazo. 


1 comentario:

  1. Fascinante. Sin duda alguna, tu mente es una grandiosa caja de ideas. ¡Bravo! Gracias por abrirte al mundo y compartir tu esencia.

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