sábado, 21 de enero de 2012

Desensibilizados.

Dentro de las ciencias médicas, desensibilizar es inducir en el cuerpo un estado de no respuesta ante cierto antígeno. En el día a día, cuando nos desensibilizamos, significa que nos hemos hecho prácticamente indiferentes a situaciones o actos que antes nos llamaban la atención, nos parecían increíbles o quizás -y más comúnmente- nos parecían fuera de lugar. 

Hace unos meses veía un documental relacionado a la psicología infantil, donde tomaron un grupo de niños y los pusieron a jugar vídeo-juegos por unas horas. La idea era probar la teoría de que los niños que jugaban vídeo-juegos con contenido violento estaban más desensibilizados ante actos violentos de la vida diaria e incluso estaban menos interesados en realizar acciones amables y de buena voluntad en relación a los niños que jugaban vídeo-juegos con contenido deportivo. Los resultados fueron increíbles, mientras eran entrevistados para lo que ellos creían era "una opinión sobre el vídeo-juego en cuestión", su actitud estaba siendo probada. El entrevistador golpeaba por accidente un recipiente con lápices y los mismos se derramaban por todo el suelo, siendo una realidad que la mayoría de los niños del primer grupo no se inmutaron ante la idea de ayudar al señor a recoger sus lápices, mientras que la mayor parte de los otros niños sí se ofrecieron a ayudar. Este estudio se ha replicado muchas veces, incluso realizándose en adultos, obteniendo respuestas similares y evidenciando la preocupación ante este hecho.

¿Por qué escribo sobre esto?, siendo ya un hecho que conozco desde hace unos meses y que es extremadamente comprobable, no debería esto llamar tanto mi atención como para compartirlo a estas alturas, ¿verdad?. La cuestión es que ayer, me llegó todo esto a la mente a causa de la reacción de una amiga mientras tomábamos una práctica en el hospital. Me encontraba observando un niño con parálisis cerebral mientras recibía terapia física, cuando se me acercó esa compañera con cara casi de terror y me dijo: "Vera, mira detrás de mi, mira a ese hombre... ¡¡viste que tiene los dos brazos llenos de tatuajes!!"... yo, sin mucho más que hacer, solo me quedé mirándola con cara de "Y qué importa?"... y ahí me dí cuenta, estaba desensibilizada a algo que ella no. 

Esta compañera de la que hablo no es asidua a los programas televisivos o a las películas, tampoco acostumbra a frecuentar lugares donde pueda encontrar este tipo de "arte corporal", es por esta razón que ante aquel hombre ella solo podía ver un "individuo lleno de tatuajes" cuando yo solo veía "un padre acompañando a su hijo a terapia". Entonces, esta es un arma de doble filo, la desensibilización. 

Cuando nos desensibilizamos de ciertas cosas podemos perder mucho o podemos ganar mucho, el secreto está en estar pendientes de qué es eso que estamos perdiendo. En el primer caso, se pierde la habilidad de reconocer actos de violencia o de sentir empatía por la situación de los demás, es el condicionarse a que no  importe nada, es perder humanidad. En el segundo caso, se pierden ciertos prejuicios que nos impiden ver a los demás más allá de lo obvio, más allá de lo a nosotros nos parece extraño y ajeno, se pierden motivos que alejan a las personas unas de otras. 

Te exhorto a que estés pendiente de qué estás perdiendo tú... de qué cosas te desensibiliza tu rutina diaria y quizás no te estás dando cuenta. ¡Ten cuidado con lo que estás perdiendo!, pero también ten pendiente que lo perdido se puede recuperar. 

"Ya somos indiferentes ante más de lo que podemos identificar... ya somos indiferentes ante la indiferencia misma." -Vera.




domingo, 15 de enero de 2012

Un Nuevo Año

Y parece como si estuviera llegando a la fiesta 15 días después, ¡pero no es así!. Han sido 15 días de grandes cambios y de desarrollar grandes planes para promover grandes cambios, if you know what I mean... los cambios que se pretenden hacer duraderos no se logran de la noche a la mañana, debemos tener siempre esto en mente cuando sintamos que no estamos logrando lo que queremos, es tiempo de implementar la perseverancia.

Aunque quizás las personas con las que comparto mi vida o mis días nunca lo hayan notado, la perseverancia es uno de esos valores de los que aún no me he podido adueñar... y no es que sea impaciente, aún no descubro por qué suelo ser tan inconstante... por lo que una de mis resoluciones para este año es SER PERSEVERANTE. No me falta disciplina, no me falta aplicarme... lo que me hace falta es perseverar en mis caminos hasta lograr mis objetivos. 

Todos conocemos nuestras fallas como personas, aunque a veces las neguemos a nosotros mismos, tienes que aceptarte como un ser imperfecto y pensar que solo reconociendo tus fallas podrás crecer como ser humano. Es tiempo de trabajar en aquellas piezas flojas que componen nuestras vidas. Aunque como humanos tengamos ciertos propósitos banales para este año, pensemos también en nuestro carácter y nuestro espíritu.

¡Les deseo a todos un exitoso inicio de año!