sábado, 25 de diciembre de 2010

Momo.

La hermosa novela de Michael Ende, titulada Momo, fue publicada en 1973 (estén bien pendientes de esa fecha, porque cuando lo leen y la piensan es aún más sorprendente) bajo la denominación de novela infantil o juvenil, lo que personalmente no me parece, ya que aunque una niña sea el personaje principal el cual nos enseña muchísimo, no quiere decir que un adulto no pueda verse reflejado en este personaje. Es más, opino que así mismo como la historia, son los adultos los que necesitan recordar como es ser un niño, ya que los niños de la historia lo saben perfectamente. Claro que debe dirigirse al público en general.

Desde que leí aquel fragmento del libro que me enviaron en un e-mail (gracias Rommell!) me interesó encontrarlo y leerlo, quizás creí que como algún otro libro, se trataba solo de uno de esos que en un fragmento contienen todo el significado e importancia y los demás son solo para añadir grosor a la publicación...pero me sorprendió desde el inicio, porque aún con la gran cantidad de hermosos detalles que logran capturarte y transportarte al momento que se narra, logra instruirte y enseñarte al mismo tiempo.

Y sí, el libro ha logrado comprarme, pero de una manera increíble que ningún otro ha logrado. Me dió en el punto clave, en ese aspecto de mi vida que había logrado perder balance ante mis ojos, y me ha permitido aceptar los errores producto de mis propias acciones que quizás temía aceptar...lo más importante es que los he reconocido y eso les impide volver a tomar control. Si fuera por mi les contaría todo, todo lo que he aprendido y permanecerá como hoy, el día que terminé de leer esta magnífica obra. Pero no, no quiero que sea así, quiero poder comentarlo, quiero poder escuchar que piensan ustedes, por eso los exhorto a que lo lean, no se van a arrepentir, se los aseguro :)


jueves, 2 de diciembre de 2010

El poeta.

Con vehemencia me pidió una fotografía, como si fuera esta la constancia de que estuvo aquí, de que alguien lo sabrá...Juan, el poeta no conocido.

Como cada Martes, impecable en vestimenta y espíritu, se ocupa en mantener sano y limpio el hermoso "jardín", el que quizás le ha inspirado más de una poesía.

Conversar es su deleite, buscando aquellos oídos que se interesen en sus palabras y rehuyendo aquellos ojos que pretendan juzgarlas. Busca quien vea más allá de su condición a la persona que enmascara, para él ya no hay otra vida, somos su conexión con el resto del mundo...

Esmerado, dedicado, no pide dinero para cafés o tabaco...pide una pluma para seguir escribiendo, pide un papel para seguir plasmando lo interno...logra marcar la diferencia.

Mi experiencia no habría sido la misma sin aquellas dos conversaciones, aquellas anécdotas y prosas, sin aquella sonrisa agradecida por un sencillo presente...quizás no es tan malo, que aquella alma en un cuerpo cansado se mantenga escondida en aquel recóndito lugar, en donde aún así logra tocar vidas.

Dedicado a El Poeta