domingo, 10 de agosto de 2014

Caja de Cristal.

"Éstas son las cosas, las cosas que perdemos, las cosas que perdemos en el fuego."

Como una caja de cristal, así eres. Transparente, cristalino, mostrando todo lo que en ti contienes.
Fuiste tan tierno ese día, cubriste mis ojos con tus manos y me guiaste hasta ella, tu caja de cristal.
Me dijiste que, por primera vez, habías encontrado unos ojos a los que sentías descubrirte. Al fin.

Caminaba nerviosa, mientras sabía que nos acercábamos al lugar, a tu preciado tesoro escondido. 
Tu preciado tesoro que, en este caso, eras tú mismo. Ya estaba ansiosa por conocerte en realidad. 
Pude sentir duda en tus manos al retirarse de mi campo de visión. Pude entenderte como querías.

Ante mi se descubrió la más hermosa de las cajas, simple y sin adornos. Limpia, más que por algo.
"¿Tiene huellas?", pregunté. No dijiste nada, aún tenía que descifrar lo que me querías decir sin palabras.
Allí, bajo tu caja de cristal, yacía aquella otra caja, la que describo como hermosa y sencilla. Esa misma.

Ésta no era transparente, se hacía imposible ver su contenido. Estaba sellada, pude notar, sellada con llave.
"No puedes tocarla," por fin dijiste, "está protegida por la caja de cristal; eso es todo, te quería mostrar." 
Es lo que me querías mostrar, es lo que has querido que entendiera desde aquel principio. Alma sellada.

No puedo verte, nunca te mostrarás. Me permitiste ser consciente de ti, de tu verdad, alma impenetrable.
Justo, sí. Has sido justo, me has dicho tu verdad, algo que para muchos es difícil de aceptar. Difícil y justo.
Te viste en la necesidad de reforzar tu seguridad, y en el arduo proceso de lograrlo, parece que perdiste.

Perdiste la llave de la caja de cristal que te protege y te muestra; aquella que muestra lo cerrado que estás. 
Cerrado para siempre hasta volverla a encontrar. Esa llave que a prestaste y perdiste, que entregaste.
Has sido sincero, has dicho la verdad. La perdiste; la prestaste, fue usada y nunca volvió a tus manos.

"Confianza", susurraste muy bajo. Y te respondí, con la voz rota, el más puro y triste de los "Lo sé.". 
Quizás la encuentres nueva vez, y nos sea posible ese espacio. Limpiar esas huellas que han quedado allí.
Allí sobre la tapa de aquella, tu persona. De aquella donde guardas y proteges lo que te hace tú. Tu caja.

Y es así, a veces perdemos cosas importantes, a veces nos quitan cosas importantes. 
A veces, simplemente. lo permitimos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario