Nadando en un mar de petróleo, dando brazadas con todas tus fuerzas mientras éstas te llevan a ningún lugar. Eres testigo del cansancio apoderándose de tu carne y amenazando con hacer casa en tus huesos y poner tienda en tu alma, vender todo a módico precio y colectar las ganancias completas; hacerse rico a costillas tuyas, literalmente.
Preferiste un mar muerto antes que uno con tormenta. Te diste cuenta que en mar tranquilo hay mucho más que temer, mucho más a que enfrentarse... incluyéndote a ti mismo.
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