¿Por qué estudiamos medicina si sabíamos que ibamos a la pérdida de la tranquilidad, el sueño, la vida, la belleza, el gozo del intercambio social con otras personas?
¿Acaso no sabíamos que perderíamos la oportunidad de ejercer un arte o de disfrutarlo, la ternura de la familia, el afecto de los amigos, la práctica de los deportes y la emoción de confundirnos en un "yo" grupal al momento de un partido de fútbol?
¿Por qué estudiamos medicina si hay carreras más cortas de cinco años, y no está de doce con la especialidad. Los que estudiaron cinco años nos aventajaron con ingresos económicos de siete años, que les dió la oportunidad de invertir en un casa, bienes, negocios o simplemente placer? ¿Por qué lo hicimos si otros no invirtieron tanto dinero en libros, equipos de examen, pagos de entrenamientos, conferencias, congresos, gastos de tres o cuatro años de especialidad?
¿Por qué insistir en comenzar a devengar sueldos hasta los cinco años y regresas al país solo para pagar los préstamos a los bancos, Colegios Médicos, o a Educrédito, ganando sueldos miserables que ponían en precario la economía familiar y la educación de los hijos, y al no cumplir con lo esencial de un hogar, soportar la separación o el divorcio? ¿Cómo es que no escogimos carreras más fáciles de aprender, que no requirieran tanta memoria, cruzamiento de datos, razonamiento, selección intelectual?
¿Cómo es que llegamos al extremo de negarnos a nosotros mismos y a nuestros sentidos, soportando olores nauseabundos, escupitajos, mocos, pus, orines, vómitos, sangre contaminada, cuadros dantescos, insultos desquiciados y de parientes angustiados, agresiones físicas de pacientes delirantes? ¿Cómo es que aguantamos las lisonjas sin perturbarnos ni creerlas, la ofensa, la puesta en duda de nuestros conocimientos, el desagradecimiento, el regateo a la hora de pagar los honorarios, la soledad de tener que vivir con el dolor, la muerte, la suciedad, la malicia ajena?
¿Por qué insistimos, para tratar igual a todos, sin discriminación con igual solicitud a un criminal y a un santo, al que nos cae bien y al que nos cae mal, al amigo y al enemigo?
¿Por qué estudiamos para aceptar ser esclavos de seres deformados moralmente, de egoístas y vanidosos que quieren atención a toda hora, de mercantiles que nos ofenden diciendo lo caro de nuestro salario, de haraganes y dependientes que son como tener una brasa en la piel, de ateos o de irreverentes con Dios que quieren que nos portemos como sacerdotes, de mentirosos que quieren que tengamos la verdad absoluta, que seamos no hijos de Dios sino dioses que jamás se equivocan?
¿Por qué insistimos en esta profesión si la verdad y la franqueza tomarán otra dimensión, la de la presidencia, ocultando infidelidades, reetiquetando hechos para salvar familias, diciendo las verdades a medias y progresivamente para que ogros, ya enfermos, no mueran; en fin, haciéndonos los tontos siendo inteligentes?
¡BASTA! ¿Por qué insistimos en una carrera tan complicada; con lo absurdo, complejo, irracional y perseguidos que puede ser el hombre, siempre mitad malo y mitad bueno, sacando más lo malo cuando está herido, golpeado, indefenso, o cuando va saliendo de ese estado; como si su curados hubiera sido el culpable de enfermarlo y por lo tanto sin agradecimiento por curarlo?
Bueno, estudiamos Medicina porque Dios nos dio el don de interesarnos genuinamente en el prójimo y nos dijo que cada persona que trabaja es digna de su salario; nos cedió parte de su creatividad para construir, su inteligencia, sabiduría y el gozo que la acompaña, el amor para soportar la mitad malvada de cada ser. Entregó en nosotros tolerancia, paciencia, capacidad de acción, y otras cualidades superiores. Además, nos cedió a hombres y mujeres médicos el sentido maternal para cuidar a sus hijos, nuestros hermanos.
¿Podría acaso existir algo mejor que esto?
Dr. Hiran Flore
- Este cuadro pende en una pared del consultorio de la Dra. Natalia García -
La pregunta es realmente la siguiente mi amigo y colega, ¿es esto suficiente razón para ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario