Mudando
la ilusa piel de los años tersos. Los besos suaves de la brisa sobre el
inmaduro lanugo, hace memoria de esos días como el más fuerte de los estímulos. Sin duda,
los años forjan y endurecen las corazas. Coraza externa, que portamos de manera
fisiológica, sobre la que trabajamos con empeño aún conociendo ya su fin.
Coraza interna, compleja añadidura, no estando compuesta de queratina ni de
células con labilidad programada, más sí de vivencias, un reflejo de nuestra
personalidad y como ésta enfrenta/experimenta al mundo.
Duele
descamarse, mas es prueba de vida. El descubrir a cada segundo otro
imperfecto en el mundo. Ser presa de las injusticias, ser carnada de la
incertidumbre, Estar vivos. Ilusionarse, decepcionarse, armarse de valor
y seguir... hasta un día, a una hora y un segundo exacto, sobre algún
indeterminado lugar.